Genios Incomprendidos… o Perfectos Inútiles con Corona
Siempre nos contaron que los grandes líderes estaban ahí por algo: por su visión, su inteligencia o su temple en tiempos difíciles. Que la historia la escriben los vencedores… y que estos eran, sin duda, los mejores disponibles. Pero, ¿y si no? ¿Y si lo único que escribían era su nombre con faltas de ortografía y aún así acababan en estatuas ecuestres? ¿Y si la mitad de sus decisiones clave fueron producto de delirios, supersticiones o pura torpeza y el resto las tomó su asistente porque él estaba cazando faisanes? ¿Por qué seguimos hablando de estos personajes con reverencia cuando, en la práctica, su legado parece una mala imitación de una sátira de SNL? ¿Cuántos imperios se tambalearon por culpa de un narcisista que confundía el mapa con el mantel de su cena? Si crees que los errores de hoy son nuevos, espera a ver a los reyes que confundieron “conquistar” con “perderlo todo en una apuesta geopolítica absurda”. Bienvenido a la categoría en la que la incompetencia no era la excepción, sino el sistema.
¡No te fíes del mármol: algunos bustos deberían llevar nariz de payaso!