Cuando un imperio llevó la civilización al mundo con mapa en mano y valores universales en el equipaje
Desde pequeños nos enseñaron que ciertos países expandieron su influencia por el planeta como quien reparte sabiduría, ciencia y progreso. Que colonizar era sinónimo de modernizar, que los conquistadores llevaban la luz a tierras oscuras y que la Historia —así, con mayúscula— tiene su centro geográfico en las viejas capitales imperiales. Pero… ¿de verdad exportaban civilización o simplemente sabían contar bien sus cuentos? ¿Cuántos monumentos, películas y libros se han dedicado a glorificar un relato cuidadosamente seleccionado para ser vendible, respetable, incluso admirable? ¿Y si lo que aprendiste fue diseñado para fascinar a turistas y justificar políticas pasadas? ¿No es sospechoso que todos los relatos nacionales terminen en tono heroico, aunque empiecen con saqueos, esclavitud o exterminios? En esta categoría desnudamos la historia maquillada que algunos países empaquetan como souvenir ideológico. Porque cuando una nación convierte su pasado en telenovela exportable, lo más probable es que la versión que recibiste tenga más guion que verdad. Y lo peor es que funciona: lo aplaudiste, lo creíste… y quizá hasta lo defendiste en cenas familiares.
¡Atrévete a rascar el barniz de la historia que te vendieron como épica!