Durante décadas, se nos ha dicho que la Guerra Fría fue un enfrentamiento ideológico entre libertad y represión, y que las democracias occidentales llevaron la batuta de la justicia con películas, conciertos benéficos y ayuda humanitaria. Nos lo enseñaron así en clase, nos lo tragamos con cada Oscar a la “mejor historia basada en hechos reales” y lo aplaudimos en novelas donde el héroe siempre hablaba inglés con acento de Harvard. Pero, ¿y si la ayuda humanitaria fue solo la cobertura perfecta para plantar una bandera ideológica? ¿Y si esas ONGs “neutrales” tenían instrucciones más diplomáticas que médicas? ¿Y si el cine, la música, incluso las campañas de vacunación, llevaban más propaganda que penicilina? ¿Quién decidía lo que era libertad y lo que era intervención? Y lo más inquietante: ¿cuántas veces confundimos un acto humanitario con una operación psicológica? Esta categoría desentraña cómo ciertos países, con visa diplomática en una mano y cámara de Hollywood en la otra, conquistaron corazones sin disparar un solo tiro. Tal vez la historia no fue escrita por los vencedores… sino dirigida por ellos.
¡Descubre cómo te vendieron la libertad en Technicolor!