La zona gris de la historia

El «Milagro Económico» de Pinochet

El milagro económico de Pinochet: éxito con letra pequeña

Chile se salvó gracias a Pinochet (o eso dijeron)

Durante décadas se ha enseñado —y repetido sin pestañear— que la dictadura de Pinochet transformó la economía chilena en un modelo de éxito: liberalización, crecimiento, inversión extranjera. Todo suena impecable… hasta que uno mira los indicadores sociales, la represión política y el colapso financiero de los 80. ¿Por qué se oculta que la pobreza se duplicó, que el desempleo se disparó y que los logros macroeconómicos se cimentaron en desigualdad brutal y censura total? ¿Cómo se ha mantenido la narrativa del milagro incluso bajo gobiernos democráticos? ¿Es posible que la historia económica de Chile sea una gran estrategia de marketing con víctimas reales?

¡No sigas creyendo cuentos con gráficos bonitos!

Ilustración satírica de un dictador chileno sonriente arrojando monedas desde un saco de dinero frente a fábricas humeantes y una bandera de Chile.
Esta ilustración, destinada a acompañar el artículo El "Milagro Económico" de Pinochet, representa con mordaz ironía el relato oficialista de progreso económico. El dictador, caricaturizado con una sonrisa de opereta, esparce monedas como quien siembra prosperidad, mientras detrás suyo las fábricas vomitan humo y el paisaje patrio se ahoga en un colorido delirio de contrastes. Nada dice "milagro" como el saqueo alegremente disfrazado de eficiencia, con la patria vigilando desde la bandera, muda pero cómplice.

El “Milagro Económico” de Pinochet: Éxito con cadáveres debajo de la alfombra

Este artículo forma parte de la serie Historia por Encargo, donde exploramos cómo los gobiernos escriben cuentos de hadas… aunque los ogros sigan gobernando.


El relato del milagro: Chile, laboratorio económico con estrellita en la frente

Durante décadas, se ha vendido la historia de que Chile fue salvado por la varita mágica del neoliberalismo. La narrativa oficial de la dictadura de Augusto Pinochet —y de buena parte de sus herederos ideológicos— cuenta que su golpe de Estado en 1973 no solo libró al país del comunismo, sino que además inauguró una edad dorada de modernización económica. Se implantaron las recetas de los famosos “Chicago Boys”, se privatizó hasta el alma, se desreguló lo desregulable, y se dejó al “mercado libre” como dios rector del destino nacional.

“Gracias a las reformas de Pinochet, Chile dejó atrás el estancamiento socialista y se convirtió en el tigre económico de América Latina”, decían los panfletos, las cátedras de economía de medio planeta y hasta los PowerPoints de alguna embajada.

Claro, todo muy bonito… si uno se toma la molestia de ignorar los datos incómodos, los muertos y los empobrecidos. Porque si hay algo que caracterizó al milagro chileno fue su capacidad para prosperar sobre una montaña de desigualdad, represión y manipulación estadística.


La cirugía sin anestesia: neoliberalismo a lo Mengele

Entre 1975 y 1981, el régimen pinochetista llevó a cabo un experimento económico radical: apertura comercial sin red, privatización masiva de empresas públicas, eliminación de subsidios y una contracción brutal del gasto social. Para entonces, el Estado dejó de ser el actor principal en la economía para convertirse en un notario con Alzheimer: firmaba todo, pero no se enteraba de nada.

“El modelo chileno es ejemplar”, decía Milton Friedman, padrino espiritual de la masacre presupuestaria, mientras ignoraba el pequeño detalle de que se estaba aplicando en una dictadura sin libertad sindical, sin oposición legal y con tortura institucionalizada.

Los resultados fueron inmediatos… y no precisamente celestiales. La pobreza pasó del 20% al 40% en menos de una década. El desempleo superó el 30% tras la crisis de 1982, y la desigualdad escaló hasta niveles pornográficos. Eso sí: el PIB crecía bonito, en líneas rectas ascendentes que hacían sonreír a los inversores extranjeros. Porque cuando la gráfica sube, da igual si hay gente debajo asfixiándose.


Medios, mitos y maquillaje: cómo se vende un cuento de éxito con cadáveres frescos

Si algo entendió bien el pinochetismo fue que no basta con aplicar políticas brutales; hay que contarlas como si fueran cuentos de hadas. El régimen controlaba férreamente los medios de comunicación, utilizaba encuestas amañadas y estadísticas seleccionadas con bisturí, y se rodeaba de expertos internacionales deseosos de un caso de estudio para sus papers.

“Chile es un ejemplo de estabilidad macroeconómica”, decían los informes del FMI, con una ceguera selectiva que hacía palidecer a Stevie Wonder.

En la televisión chilena, la pobreza no existía, o se presentaba como un problema “heredado del pasado”, no como una consecuencia directa de la terapia de shock. Mientras tanto, las universidades privadas proliferaban —pero el acceso real a la educación seguía dependiendo del bolsillo de los padres, no del talento de los alumnos—. El relato de éxito fue tan cuidadosamente construido que incluso algunos sectores progresistas empezaron a comprarlo… por fascículos.


Democracia con herencia tóxica: cuando el cuento sigue después del monstruo

Y aquí viene el verdadero truco del mago: el relato del milagro económico sobrevivió a su propio autor. Cuando en 1990 Chile volvió a la democracia, muchos esperaban que el modelo neoliberal sería revisado, corregido o al menos explicado con honestidad. Pero no. Lo que se hizo fue administrar el legado de la dictadura con sonrisa democrática.

“No podemos tirar por la borda lo que ha funcionado”, decían los tecnócratas de la Concertación, en un ejercicio olímpico de cinismo político.

La Constitución de Pinochet se mantuvo intacta durante décadas. Las pensiones privatizadas siguieron funcionando (léase: fallando). Y el sistema educativo seguía segmentando por clase social con la eficiencia de una máquina suiza. El modelo fue maquillado, sí. Pero el fondo no se tocó. Porque decir que el milagro fue un fraude implicaba reconocer que se había colaborado con la estafa.


2019: el milagro estalla en la cara

Entonces, llegó 2019. El aumento del billete del metro fue la chispa, pero lo que explotó fue la mentira acumulada durante 40 años. El estallido social puso en evidencia que el modelo chileno no era un éxito exportable, sino una olla a presión con manual de autoengaño.

“No son 30 pesos, son 30 años”, gritaban las calles de Santiago. Treinta años de precariedad disfrazada de eficiencia, de crecimiento que no llegaba al bolsillo común, de reformas que solo reformaban la paciencia del pueblo.

El mito del milagro económico quedó desnudo, como el emperador aquel del cuento. Pero todavía hoy hay quien insiste en que “con Pinochet se vivía mejor”. Porque el relato oficial tiene la capacidad de reciclarse, mutar y seguir engañando. Especialmente cuando se le da espacio en tertulias televisivas y editoriales de periódicos con nostalgia de mano dura.


Conclusión: Si esto fue un milagro, Dios necesita clases de economía y ética

Chile no vivió un milagro económico. Vivió una dictadura que utilizó la economía como arma de control y propaganda. Un régimen que instauró el neoliberalismo con la misma sutileza con la que se lanza un piano desde un octavo piso. El verdadero milagro es que esta narrativa aún tenga creyentes.

Así que la próxima vez que alguien te diga que “Pinochet salvó la economía chilena”, pregúntale cuántas veces hay que arrasar un país para que suba el PIB. Y si te responde en dólares, ya sabes con qué tipo de devoto estás hablando.


¿Te interesa conocer cómo se construyen las mentiras históricas con PowerPoint, bayonetas y editoriales vendidas? Entonces sigue en la serie Historia por Encargo, donde desmontamos la historia… con manual de instrucciones.

FIN

Resumen por etiquetas

Esta sección resume los conceptos históricos fundamentales que atraviesan la historia del “milagro” chileno y cómo cada uno de ellos ayuda a comprender por qué la narrativa oficial fue tan efectiva… y tan peligrosa.

  • Dictadura de Pinochet: Es el marco histórico clave del artículo. El relato económico construido por el régimen se implementó mediante represión, censura y reformas radicales, con consecuencias duraderas incluso en la democracia posterior.

  • América Latina: Chile se presentó como un caso de éxito regional, exportable a otros países del sur global, pese a que sus bases sociales estaban completamente fracturadas.

  • Economía y Poder: La economía fue utilizada no solo como política pública, sino como propaganda: los datos macroeconómicos funcionaban como justificación del autoritarismo.

  • Dictaduras y Autoritarismos: El control absoluto del régimen permitió aplicar las reformas sin oposición real, y también construir una narrativa sin fisuras… o eso parecía.

  • Educación e Historia Oficial: La versión del “milagro” fue institucionalizada en libros de texto, universidades y medios de comunicación, normalizando una interpretación selectiva y blanqueadora del régimen.

  • Memoria Histórica: A pesar del retorno a la democracia, la narrativa del éxito económico pinochetista sigue viva en sectores políticos, mediáticos y académicos, demostrando el poder de las historias bien construidas (aunque sean falsas).

  • Líderes y Próceres: Pinochet fue elevado por sus defensores a la categoría de “salvador económico”, omitiendo su responsabilidad en la violencia, represión y el fracaso social de su modelo.

  • Instituciones de Poder: Desde el ejército hasta los bancos internacionales, pasando por universidades y think tanks, muchos actores institucionales colaboraron para sostener y difundir el relato del milagro.

  • Legitimar poder político: El discurso económico sirvió para justificar la continuidad del régimen militar e incluso influenciar la estructura de poder de la democracia posterior.

  • Omitir responsabilidades históricas: El modelo neoliberal chileno ha sido presentado como un éxito “técnico”, desligado de su contexto represivo. Este artículo busca restaurar esa conexión negada.

  • Invisibilizar disidencia: Las voces que criticaban las consecuencias sociales del modelo fueron silenciadas o ridiculizadas. Las estadísticas oficiales omitieron el sufrimiento de millones.

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